sábado, 16 de febrero de 2019

Sin viento y a 19 kt con afición

  Quedamos para una salida de las que llamamos cortas. Vamos, de cuando tenemos poco tiempo, el viento lo permite y no llueve.
  Con llegar al calefactor a dar un bordo ante sus boyas amarillas de "pasa por el sur y ni te acerques", o hacerle una baliza a la 14, nos contentamos. Vamos, lo justo para desplegar las velas, abarrigarlas de energía eólica y transportarnos al ritmo que marca el agua rompiendo en la proa.
  Esa era la idea.
  Llegué a la hora y encontré al Narval listo para el paseo solo con una amarra, quitada la goma del génova, sin funda en la mayor y el motor reclamando salir de la posición de punto muerto.
-Dan ráfagas de 19 kt, dije-
-sí, será una salida divertida, de las que hacen afición-contestó Luis-. Fíjate -añadió- NNE mantenido. Lástima que la marea esté justo en bajamar. ¡Zarpamos!. Dicho y hecho. Aún no me había puesto el antirociones (que frío sí que hacía  aunque con un sol de invierno, algo tímido, pues no subíamos de 10ºC, y ya estábamos saliendo del pantalán.
-¡Izo la mayor, coge la caña- dijo Luis animado.
-¿Uno o dos rizos? - pregunté
-Vale, un rizo-
-Y ¿ese velero que viene a palo seco con este viento?-
-Los instrumentos dan 14 kts...-
-Mayor izada, subo las defensas, en cuanto pasemos la boya 15, saco el génova.
  Yo iba a la caña, el resto lo hacía Luis con ánimo de colegial,
como si no hubiera liberado velas al viento antes, él que es experto y experimentado marino.
  El NNE nos permite ir por la amura avanzando hacia NNO, con el puente de Calatrava como obstáculo pero tal y como íbamos de ese primer bordo
podíamos llegar a la 14 ciñendo al máximo. Y después a la 10 de través sin tener que cambiar de banda y disfrutando de la punta de velocidad sin mucha escora que los, ahora 13 kts, en ese momento, nos daban.
  Todo iba de placer, pero navegar a vela es lo que tiene... Lo imposible, la sorpresa, lo imprevisible ocurre y te obliga a improvisar por muy pertrechada que creas estar.
  Así ocurrió que, en el atraque de Calatrava había un mercante descargando gas (véase foto del día siguiente), y también había una motora pescando, de manera que el pasillo que nuestro rumbo llevaba nos obligaba a pasar entre ambos. Nos reímos, claro, porque sí nos llevara en rumbo de colisión habría que dar un bordo. Pero no, cabíamos sobradamente. Bueno, no tanto, tuvimos que aproximarnos al costado del carguero, tan adyacentes, que nos hizo de pantalla antiviento y de pronto ¡plaf!, allí nos quedamos como un corcho.
 El génova cimbreando flojo, la mayor también. Con la deriva que llevábamos teníamos impulso para ganarle la proa al barco y volver a salir al viento...¿o no?
  Pues, no.
  Para nuestro pasmo nos quedamos allí no solo sin viento, sino también sin gobierno en aquella repentina piscina y derivando hacia (contra) el carguero.
  -¡Hay que arrancar el motor!-
  -¡Lo subimos, lo bajas y trato de tener la caña a babor!-
  -¡No gobierno!
  -¡A penas quedan unos metros de la proa para entrar en el escarceo!-
  La vela de proa recibe la primera el viento por arriba y se voltea en vez de desplegarse porque está trabada por abajo.
  -¡Cuidado con la escora cuando cace la mayor!-
  Y sí, un golpe de viento nos tumba, el génova cimbrea como un látigo y liado por dos puntos de la guía, se embolsa y golpea, golpea embrutecido amenazando romperse. Luis vuela a proa pero el enrollador se ha trabado. Abraza la vela intentando desliarla pero el viento es inapelable. Los aparatos marcan 17,8 kt. Estamos en medio de una racha.
  -¡Aproate!-
  Pero el motor no quiere salir del punto muerto. Derivamos hacia el páramo, la marea está baja. Luis tiene que tumbarse sobre la proa de la fuerza que soporta, vuela su gorro por cubierta. El motor entra en razón , me aproo pero la situación no mejora. Abro la escota de la mayor al 100% para que no empuje, porque la escora hace que la hélice del motor se salga del agua, cavite, no trabaje y pueda romperse. El viento sigue haciendo golpear la vela en la proa, Luis sigue abrazado a ella sacudido cada vez con más violencia.
  -¡Hay que volver al pairo del garguero! ¡Volver!
  Viro hacia él corrigiendo unos grados hacia el oeste para que la hélice se mantenga en el agua. Son momentos de expectantes, hasta llegar de nuevo al remanso de viento que nos proporciona el costado del carguero.
  Con rapidez y habilidad queda desenredada la vela, liberado el recogedor y enrollada en su guía. Doy atrás porque necesitamos más tiempo y no hay espacio. Volvemos la mayor al eje de crujía tensando la escota y de nuevo avante rumbo sur. Esta vez volvemos al viento por la popa del buque 14 kts.  Abrimos las velas. Volvemos a navegar e incluso rescatamos el gorro que había rodado por cubierta y que la fuerza del viento había mantenido "pegado" en ella.
  Ha sido intenso...Una de las salidas "que hacen afición".
  La mar nos recuerda lo importante de hacer,de priorizar ser equipo. Siempre.
  Volvemos al pantalán tras dar un paseo por la ría de Astillero, más protegida. Las agujetas de los brazos al marinero se le empezaron a pasar en la tasca porque, como no, la jornada la terminamos con un brindis y la alegría de hacerlo "con afición". 

Nota: 1 Nudo son 1.852Km/h

2 comentarios:

  1. Me encanta el relato y su lenguaje. Qué momento estar parados en un sándwich entre mercante y motora. Tengo mucho vocabulario que aprender, pero hoy me quedo con saber el verdadero significado de estar al pairo! :)

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