domingo, 19 de julio de 2020

A Suances a la antigua: de empopada

El 2020 entre borrascas de invierno, confinamiento por pandemia y estupor, shock y otras ansiedades, no habíamos  navegado el Cantábrico. Y ya tocaba.
El 17 de julio, así sin más, decidimos ir a Suances al día siguiente. Daban NE, viento favorable y rachas fuertes de 20 a 24 Kms ( unos 30 a 38 km/h).
Dicho y hecho. Por suerte y prevención, el Narval está pertrechado para una singladura, así que cogí gasolina, Grog recién preparado, unos plátanos y poco más y a las 11 am del 18 salíamos del puerto.
El NE no era fuerte aún, unos 14 Kms, así que fuimos dando bordos hasta la horadada (lo que queda de ella), donde arrancamos el motor, recogimos el genoba y enfilamos a la francesa hacia la "boca pequeña", la salida del puerto entre Mouro y la Magdalena donde con temporal se forma una barra de agua (léase Sotileza de Pereda), que tantos sinsabores generó en el pasado a los marineros de la ciudad.
Pasamos cerca de Cabo Mayor, imponente su morro (el León que guarda la Bahia, decían nuestros bisabuelos) y virando hacia el Oeste sin llegar a Cabezas de Vaca, sacamos todo el trapo, apagamos y subimos el motor y comenzamos a navegar por la aleta de estribor. Por popa.
No había mucha ola pero el viento subía de intensidad. Atrás dejamos el Panteón del Inglés, mi casa, el cabo de la Lata...haciendo 5/6 millas, que no está nada mal para un velero como el Narval.
El sol nos regalaba una costa espectacular de verdes y perfiles de lugares que ahora tenían una perspectiva imponente entre dos azules: el del cielo y la mar.
Con la Maruca de través, decidimos virar en redondo para poner proa al viento y bajar la mayor. Perderíamos algo de velocidad solo con el Génova a proa, pero ganaríamos estabilidad, ya que arreciaba el viento.
Navegábamos como en los siglos XV a XIX: de empopada: con el viento de popa no se nota la fuerza del mismo porque vas "en él" como cuando se viaja en globo aerostático, así que no se escora y la sensación es más cómoda que ciñendo con el viento de cara. Listos nuestros bisabuelos que esperan este tipo de rumbo para viajar...
Bajamos la mayor sin contratiempo y en rápida maniobra. Solo un "meneo" de las olas  que aunque no muy altas, también nos cogian por la popa.
Luis se hizo cargo del timón, arreciaba el viento, aumenta el oleaje, volábamos solo con la vela de proa a 5,5 kts cuando pasábamos por el Pico del Sol (San Juan de la Canal).
Pronto estábamos entre Costa Quebrada y Cabeza de los Urros (lugar de pesca) cabalgando literalmente las olas de metro y medio que rompían a nuestro alrededor (borreguitos desde la costa), obligándonos a  permanecer sentados y atentos en la bañera para no caer dentro o fuera de ella, cosa que no estaría bien en ningún caso.
Con la playa de Liencres de través vimos a otro velero dándonos alcance ya que venía a nuestro rumbo y nos cogía la estela. Navegaba con todo el trapo y aunque se balanceaba más, a más vela más velocidad, así que más o menos frente a la punta del Aguíla en el abra del Pas, nos sobrepasó. Ningún barco más. Nada ni nadie en la mar.
Seguía subiendo el viento del NE, las olas más picudas, el Genova siempre tirando. La playa de Usgo y enseguida a esa velocidad, isla Solita y Cabrera.
-¡Pues no van a San Vicente los del velero!
-No, están virando a Sauces. Hace rato que recogieron el Genova y van solo con la mayor.
-Sí, con este viento y por la popa, dos velas dan más problemas que ayuda.
-Ya...¡mira, se están aproando para bajar la mayor y entrar en la ría!
-Sí, arrecia, ánimo que casi llegamos a la par
-¿Qué muro hay que dejar a babor?
-No se ve, por que la marea está alta, guíate por la baliza
-¿Qué baliza?, ¡hay una ahí, en mitad de la boca de la ría!
-Esa es roja y negra. Señala una draga hundida.¡ Es la larga, la verde que deja a babor la playa de Cuchia!...¡ Esa!.
-Vale. No hay mucha barra, pasaremos bien.
-¡Arranca el motor! ¡No recojas la vela de proa!, vamos a subir por la ría.
La playa de la Concha a estribor está llena de gente. Mucha, pero no tanta como antes del COVID. Ahora se controla en número de personas para evitar contagios.
Y entramos en el río Saja sin trompicones, suavemente ayudados del motor.
Serpenteamos ría arriba hasta el antiguo muelle y allí largamos el arpeo.
Eran las 16 pm. aún teníamos tiempo para el baño, meriendo-comer a bordo y  sestear, antes de volver al puerto de Suances a atracar y bajar a tierra, eso sí, con mascarilla.
Una feliz singladura.

La vuelta al día siguiente fue también feliz.
Marea baja y sin barra para salir de Suances, todo un lujo. A penas viento y del NO, volvimos como VIPs: ¡con el piloto automático y a la francesa!. Llegamos a la Magdalena a comer a bordo a las 15 pm.

Al fin volvemos. Volvemos a la mar.
Videos de la llegada y la ría (cortitos), aquí

  

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