martes, 15 de enero de 2019

La primera del 2019. Bahia.

  El invierno no invita a la navegación de crucero, según algunos/as.
  Nosotros, la tripulación del Narval, somos casi adictos a esta época. Y no estamos locos, no mucho. Lo que ocurre es que cada vez son más los días en que el sol nos luce y lo hace tenue, suave, pero cálido y con tonos melocotón. Además nos permite mirarle sin quemarnos la retina. Ah, y la bahía es solo para nosotros.
  En estos días la Bahía presume con tonos particularmente hermosos y si ha nevado como es el caso, la belleza que nos muestra sobrecoge. Es por eso y porque disfrutamos con el trajín de navegar, que navegamos. El frío lo combatimos con buenos gorros, guantes y trajes aunque en la nieve hay que pertrecharse más, y también, confieso, con algún sorbo de GROG, al más puro estilo de la vieja armada dieciochesca.
  Así que hemos iniciado el 2019 con una salida que tuvo sol, viento del NNE,a 15 Kts sin rachas -una delicia para el velamen del Narval- y bordo va, bordo viene, desplegándose el Génova sin complejos y escorando guapamente,
conseguimos con la bañera a tope de tripulación, llegar hasta la horadada ( hoy la rota), donde decidimos virar hacia el puntal para comer a su rebufo. 
  Hubiéramos salido a saludar a la isla de Mouro si no me hubiera ocurrido, en una elegante, rápida y enérgica recogida de escota con el pie trabado en el escotero de la mayor, una luxación de rodilla igualmente enérgica y elegante. ¡Cachis!
 Así que chin chin al nuevo año y que no venga peor.
 Antes de la avería entramos a buscar al Almirante y cía. a puerto chico pues siempre es un lujo tal maniobra en nuestro histórico puerto donde hace siglo y medio mi bisabuelo amarraba su chalupa.
  La vuelta a orejas de burro  con el sol acostándose con su pijama naranja sobre las luces deslumbrantes del aeropuerto... A pesar de todo una estupenda salida.
















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