lunes, 11 de mayo de 2020

Fin del confinamiento: al puerto y a la Güera

Lunes. Dos meses han pasado del confinamiento. Hoy nos permiten hacer vela al 50% de lo habilitado. Para el narval 2,5, o sea 2.
Sigue la ciudad desierta, casi todo cerrado. Un carguero se desliza silencioso hacia la bocana, sale a la mar.
En este tiempo casi 200 muertos en Cantabria, 25.000 en el país, la garra de una pandemia, la impotencia, la incredulidad, la manipulación de los medios. Estamos en Shock.
Un tiempo donde cada cual a tenido una foto de sí mismo para la historia, unas de bondad y solidaridad   suavizando el daño, otras lo han aumentado con su soberbia incapaces de ponerse en el momento de este drama colectivo. Aún estamos en los albores del problema, en el principio del futuro, futuro incierto.
Pero voy al puerto. Hoy podemos navegar. Volvemos.
El puerto de Marina del Cantábrico esta desierto. 
Cerrados bares y servicios, la comunidad, todo vacío de personas y lleno de barcos apantalanados. 
Suenan las drizas presas en los mástiles, gimen las amarras de las motoras, verdean de algas las lineas de flotación mires a donde mires. Solo un coche de la guardia civil pasea lento entre tierra y pantalanes.  
Salimos entre emocionados y expectantes. Nadie más. No hay velas ni pescadores, nadie.
Nos recibe un NE suave que abre el Genova con dulzura, como si esperara también el ansiado momento. Se despliega la vela de proa tras haber subido la mayor y se  inicia una leve escora, al fin navegamos.
El encierro nos ha hecho mella ansiandonos, distrayéndonos, alargando las noches que renuncian aunque no queramos, al sueño. Cansadas de no movernos.
-¡En dos bordos llegamos a la Güera!
-¿Fondeamos?
-Vale
Largamos el arpeo. El Narval esta alegre  y se ha dejado llevar por la bahía y fondear frente a Puerto Chico pasando las olas suave, lento.
Descorchamos un cava, nos abrimos una crema de oricios, queso... Contemplamos la ciudad en tiempos de COVID. Nos dejamos sorprender por la falta de actividad en el puerto, en la ciudad. 
Una sirena nos cambia el momento. 
-¿Volvemos?
A orejas de burro por la canal, de través por la 14, el Narval vuelve a puerto.  Durante tres horas, la angustia se ha disuelto en el viento, la bahía ha sido un bálsamo y las velas nos han dejado mirar lejos, más lejos.








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