sábado, 17 de septiembre de 2022

COMO FURTIVOS POR LA CALETA

   La Caleta. Un bote con fueraborda de 9 cv y "el fibras". Un joven moreno, con bermudas, una sonrisa amplia; mirada amigable, viva, despierta.  Un pescador desde que nació, de doradas, ortiguillas y otras especies que pasan de sus artes a los bares del casco de Cai. Del Mentidero a la Viña y sus alrededores. De cualquier bar de guiris y locales que disfrutan de ese privilegio: comer de la mar local sin intermediarios, fresco y sano.

  Se maneja con el bote por los rompientes entre los dos castillos, como si la barca tuviera radar, sonda, carta de navegación y un cabo que fuera llevado por algún dios del océano. Pero no. Nada lleva el bote, salvo su habilidad y conocimiento. Nos acerca a una playa sin acceso bajo el faro del Castillo de San Sebastián... Se lamenta de las redes de los barcos "legales" que arrasan con todo lo vivo por las artes de pesca y en cantidades de diezmarlo todo.

Arribamos además de él ,Sara, su amiga y colega y mujer comprometida e inteligente, responsable de formación ambiental y área marina... Patricia, joven y despierta. Habilidosa coordinadora de acciones  y diligente ayuda en el barco, el diosa Maat, con el que andamos de campaña contra el uso del gas como renovable y al que hemos abandonado esta mañana para disfrutar de esta oportunidad  en Cádiz. está Luis, capitán en estos meses de la Diosa y yo misma,  voluntaria este mes de septiembre (parte de él al menos).

Como en las películas de piratas, descendemos del bote cerca de la playa saltando por las amuras y mojándonos hasta el muslo.

-¡Las piedras tienen verdín! ¡Cuidado de no resbalar!

Saltamos con el calzado puesto y la precaución de no caer al agua entre el golpeteo  de las olas y el vaivén del bote que oscila de babor a estribor. 

-¡Anclo el arpeo!

-Yo bajo las mochilas

Baño, sol, viento suave.  

Restos diezmados de ánforas milenarias  que El Fibras reconoce sin dudar; cantos negros pulidos por cientos de años de los traídos de ríos para lastrar los navíos...

-¿Volvemos?

-¿Hacemos una salida "por fuera" del castillo, a mar abierta y volvemos a la Caleta?

-¡Vale!. Pero ¿ no hay mucha rompiente?

-Ja, ja, ja,-ríe el joven- Pasamos por el ojo del puente , la marea sube, es fácil.

¿Fácil? El ojo se me antoja minúsculo y el agua entre los dos lados se besa con pasión generando ola...

-Vamos pues.

Subimos a bordo como bajamos. Enfilamos entre rocas, bajíos, hacia el ojo del puente que lleva al castillo. Luis coge la caña relatándonos su experiencia desde niño con botes similares, en la bahía de Santander, también para pescar con su padre. Maneja la caña con seguridad inapelable y surfea las olas de rompiente con precisión y suavidad. Nos acercamos...

-¡Ahora! ¡Acelera! ¡Rozando por la amura de estribor y libras!

Pasamos  bajo el puente por su ojo y salimos al Atlántico dejando Cádiz por la popa y ante la mirada desconcertada de un par de pescadores a caña del  muro... y tras una milla aproximadamente, viramos y volvemos con el viento por la aleta y sobre el oleaje, a pasar a la inversa por el mismo ojo del puente del castillo de San Sebastián y caemos en la Caleta repitiendo el momento de vértigo y emoción.  Serpenteamos entre los botes fondeados y recalamos en la rampa del muro. Nos volvemos a mojar al desembarcar entre las olas y alegres terminamos la tarde en los bares de la Viña.

Frente a  nosotros el sol se va a dormir sobre el horizonte tras un biombo gris que le hace una nube. Termina la tarde...                                                 





1 comentario:

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