domingo, 1 de diciembre de 2019

SALVADAS POR UN CHAPUZÓN

efecto de las riadas...
   Noviembre del 19 ha sido un mes de duelo y despedida y como queriendo acompañar ese transito, no ha salido ni un día el sol. Borrasca tras borrasca, chaparrón tras chaparrón con la mar embravecida y golpeando la costa a empellones, escalando y sobrepasando los acantilados, arrasando playas, arrastrando boyas, hemos permanecido amarrados a puerto.
   Al fin, coincidiendo con domingo y marea alta -de 97- dejó de llover, amainó el viento y pudimos desplegar velas y salir con el Narval. El Bimini se había descosido por las rachas, un protector del winche desaparecido y con moho por doquier (no en la cámara, que se ha mantenido seca y acogedora) el motor arrancó alegre, maniobramos hacia la 15 y enfilamos al páramo, a la Bahia.
  Montxe (del Pinguín), estaba entusiasmada por pasar al río Cubas y navegar hasta la tercera (curva o meandro) río arriba...
  La bahía bebe de dos rías: la de Astillero y la de Cubas. En esta, el puente que cruza de Pedreña a Somo supone un impedimento para pasar a la ría con un velero a cuenta del mástil. Pero el TES 678 puede desarbolarse desde la cubierta del mismo, navegando y con dos personas (una, dice el ingeniero que lo diseño...) y éramos cuatro a bordo.
  Así que aunque nunca habíamos hecho la maniobra, para allá que enfilamos admirando de camino la luz que entre nubes, nos brindaba el día. Pasamos el puerto deportivo de Pedreña 
-"¡cuidado a estribor, hay rocas que velan!", en ellas siendo yo una niña, vimos estrellarse a un helicóptero, mientras con el redeño levantábamos cámbaros en lo que hoy es la rampa de atraque del Glof. Fue tremendo y aún lo recuerdo con impresión.
  -"¡Vale, me aproximo por babor a las rojas!"
  -¡Pero no mucho, que hay páramo!
  -¡LLegamos al puente!
  -¡Hay que iniciar la maniobra!
  -Bien, tu baja el antirrociones, suelta la contra...!
  -¡Montxe, pasa el cabo naranja por el stoper de la driza de la mayor!, sí tienes que quitarlo antes...
  -¡Dos vueltas al winche!, grita Luis que ya esta en la proa-
  -¡Ya he quitado el pasador del stay de proa y el de la base del mástil!, ¡queda libre el arco! ¡suelta caboooo!
   El juego de poleas del arco de proa, diseñado al efecto, hace que el mástil empiece a caer hacía popa, lento, suave, como si no pesara, como conteniendo su aliento el mismo... no hay ola y eso ayuda a la maniobra.
   - ¡La botavara golpea el reborde del tambucho, justo en la línea de crujía!, rápido meto un polar para amortiguar el roce pero es tarde, se ha saltado aunque levemente, un trozo del mismo.
  -¡cachis! olvidé hacerlo antes 
  -¡El sensor del viento se ha parado!
jo...también olvidé soltar los cables...pero para entonces el mástil ya reposaba en su horquilla de popa y pasábamos a tiempo por debajo del puente ante, imagino, la atónita mirada desde una motora que cruza sin problemas, en dirección contraria y así fuimos subiendo hasta la tercera curva donde anclamos para celebrarlo. 
   El paisaje es de una belleza que amansa. Respetado por el ladrillazo, cielo, ría y orilla, vegetación y fauna nos acogen y nos brindan un lugar de refrigerio para reponer fuerzas y emociones.
-Hay que irse, la marea baja desde hace una hora, con el mástil  sobre la cubierta nos movemos peor y con menos comodidad... 
-Arranco el motor
-Vale, cojo la caña
-No, la cojo yo, ve a proa a otear
-¿El baño se puede utilizar?
-¡Si! también tenemos cubo, jeee
-¿Cubo? ¿cual cubo?
-¡Para aguas menores!
-¿Donde dices?
-¡¡Hemos encallado!!, no habéis atendido a la carta y estamos fuera de la canal-
-Pues la próxima marea es dentro de 12 h...
-¿pedimos ayuda?
-No, no hay tiempo que perder, la marea tira cada vez más (dice Luis), hay que levantar la orza, el timón...
y mientras me pongo a ello, él ya se ha tirado al agua (15º) y con ella por las caderas, empuja él y el motor para llegar al borde del páramo. Nos ponemos el resto a hacer banda a babor para con nuestro peso facilitar el intento y: ¡había un tronco que nos frenaba!, había, si, por que salimos a la canal con tanto brío empujados ahora por la corriente, que Luís tuvo que aprovecharse de la popa abierta del Narval para subir a bordo ágilmente a riesgo de quedarse en "tierra".
-¡¡¡Bravo !!!, ¡Toalla!, ¡Grog! y ¡Tres hurras para el marinero distinguido!
  Encantada toda la tripulación, rehacemos el sinuoso camino de vuelta ahora ya pendientes y avizor de la derrota.
  Arbolar fue sencillo tras pasar por el ojo del puente, dando manivela y ajustando el pasador de proa al quedar el mástil en  su lugar.
  Emocionados por la experiencia paramos a invitar al héroe del día en Pedreña antes de volver a Raos, sin salirnos eso sí, ni un milímetro de la canal hasta amarrar de nuevo en Raos. 

  


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