miércoles, 28 de agosto de 2019

Calma chicha, o eso parecía

  Cuando muestran interés, curiosidad por conocer tu barco, picas. Siempre.     Ya sea por vanidad, satisfacción, entretenimiento, lo cierto es que picas y lo enseñas.
   La tarde estaba en calma chicha. El sol picaba, dejaba ver a la ciudad en su península brillante y veraniega, multicolor. Azul y luz mirando al norte desde Marina del Cantábrico. Bien es cierto que mirando al sur, el panorama era el opuesto: Peña Cabarga estaba gris, casi negra y tras ella y en su línea, solo se veía una nube oscura de Socabarga al monte del Alisal. La boina que calzaba la Peña y que ocultaba su cumbre era un aviso...
   Pero estaba enseñando el barco a un amigo y cuando dijo, ¿salimos?, la respuesta fue "si".
   Frente a la isla de los ratones izamos la mayor y de un tirón, que sin viento todo es más fácil. La marea bajaba y aunque era de 53, nos dejaba la ilusión de desplazarnos. Boya 13, sacamos el Génova que con tanta calma cimbrea sin decidirse a estribor ni a babor. Con tanto entusiasmo centrado en el barco 
-la caña es muy sensible, buen winche, que detalle las defensas colgadas, anda, ¡tiene cardan!..., fuimos derivando hacia el fondeadero de los mártires (muelle sur de Raos) al tiempo que otro velero, a todo trapo, nos pasaba la popa pues su rumbo era NNE y amurado a las boyas rojas aprovechaba una  racha del NNO mientras nosotros seguíamos cual corcho, derivando al muelle de Raos. Tiramos de motor para salir hacia el escarceo que se veía en la 14 y al fin conseguimos una ligera brisa que nos puso en la estela del velero anterior.
   A la altura del muelle de ferris, nos sobrecogió un estruendo; no, no era un cañonazo, era un trueno. Un trueno que retumbó como si estuviéramos dentro de un tambor. Las nubes (hasta  ahora tras Cabarga, como retenidas por la Peña), avanzaban sobre la ciudad que ya no lucia ni sol, ni color.
  El velero al que, de cualquier manera, no hubiéramos dado caza, viró 180º y enfiló a puerto así de pronto, ya sin trapo y a toda máquina. En un suspiro nos vimos rodeados de motoras de todos los tamaños (¿donde estaban?) levantando olas a cada cual más incómoda por babor y estribor; truena de nuevo y esta vez el relámpago dibuja una multitud de líneas quebradas  cual raíces sobre Pedreña acompañándose casi de inmediato del estruendo sobrecogedor del trueno, mientras, antes de completar nuestra virada (¡a puerto!, ¡a puerto!) gotas como avellanas vienen desde Calatrava a toda velocidad empapándonos en el primer envite.
 -¡Recojo el Génova!
-¡Saca el bimini!
-¿Dónde está el chubasquero?
-¡Jo!, las olas: el motor cavita...¡al fin la 16, te aproas y recojo la mayor!...
-¡En puerto! mira, dejó de llover...
   Así fue como por no atender a lo obvio (venía tormenta), nos dimos una pasada por agua una tarde de agosto, en la bahía.

NOTAS APP:*la 14 y otros números son boyas de balización 
                   *winche: donde se agarran las escotas para manejarlas más fácil.
                   *cardan: cocina de barcos que siempre mantiene la vertical
                   *bimini: toldo a modo de quita sol
                   *cavita: gira (la hélice del motor) fuera del agua y se acelera y duele 

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