Pasó el otoño del 21 y ya estamos en Enero del 22.
Son tiempos de desconcierto, lutos y perdida de hábitos sociales y personales, de incertidumbre, de inquietud.
Una partícula ínfima, invisible para la humanidad nos ha encogido y asustado. Nos obliga y nos tensiona. Nos recuerda que somos parte de lo vivo y por ende, vamos asumiendo a trompicones lo poco que conocemos y asumimos nuestra parte como especie dentro de la red de vida, del ecosistema al que aunque lo ignoremos, pertenecemos.
Así andaba desvariando en la bañera del Narval en esta invernal salida por la bahía, tras un noviembre de diluvios, un diciembre sin viento o con demasiado y unos días de calma pero luminosos y nítidos, de gran belleza.
La mar estaba como un cristal a pesar de los 5/8 Kts. El agua limpia, limpísima, tras días de chocolate por las lluvias que han hecho vomitar a las rías llenándolo todo de barro y palos...Además la marea estaba alta al rebufo de la primera luna llena del año. La luna vieja o del Lobo, según culturas.
El Narval se desliza contento bordeando las boyas rojas con escora forzada pues nos sentamos en la borda de sotavento para animar a las velas a cazar el máximo de la leve brisa que nos va llevando canal abajo, hacia el fondeadero de la Magdalena.
Es un momento de calma, que invita a pensar, a repensar, a no pensar...
-¿Sale el Ferry?
-No, no se vé humo en su chimenea
-Entonces entra un mercante, porque sale la lancha del práctico
-Sí, asoma la proa por las Quebrantas
Maniobramos para caer a babor, del lado de la ciudad y no estorbar la maniobra del barco y también para ahorrarnos la pitada que nos haría si nos considerara un "estorbo" en su derrota. En apenas unos minutos ya nos ha cruzado. Es un mercante de unos 50m de eslora con un par de grúas altísimas...
-¡Lleva bandera amarilla izada a babor!
-Si: "libre de enfermedad a bordo y pidiendo aduana"
-Antes de la pandemia no nos fijábamos si la enarbolaban. Ahora todos los barcos han de desplegarla
-Las olas que levanta el transito del mercante nos hacen dar tres brincos potentes que cojemos por la aura de estribor con agrado. Estamos frente a la llamada Duna cuando:
-¡¡delfines!!
-¿Que dices?
-¡Son una manada!,¡más de 15!
-¡Nos rodean! ¡Voy a proa!
-Toma el movil, es una maravilla...
Soplan, resoplan, entran y salen, brincan...y desaparecen todos a la vez.
-¿Los ves?...
-No, pero tienen que salir a respirar.
Pasados unos minutos sale la manada de nuevo...-¡Vira por babor y vámonos, no les molestemos!
Enfilamos a la Magdalena, tomamos boya allí y vamos observando como la manada sube por la canal, baja hasta la boya 4, vuelven a subir...
El contraluz de la tarde las ilumina y les vemos "bailar" en él, las boyas y al fondo el puntal, todo un espectáculo.
Comemos, charlamos...
-¿Volvemos?, Hay 8 Kts
-Vale, por la aleta, y a orejas de burro.
Nos deslizamos suavemente, ahora sin escora que vamos de popa y por el páramo, con la marea de 90...
-¡Los delfines!
-¡Sí, saltando entre dos óptimis! ¡Qué cara tendrán los niños que los gobiernan!
-Parece que se van, que salen de la bahía
Sorprendente esta singladura de luna llena.
Volvemos contentos.
Hay vida. Hay esperanza.
ResponderEliminarBonito estreno 2022. Seguro que el encuentro con los delfines es un anticipo de muchas y bonitas singladuras.
Muchos besos.
Nos vemos, ¡este verano sin falta! y nos hacemos a la mar
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ResponderEliminarBonito estreno 2022. Seguro que el encuentro con los delfines es un anticipo de muchas y bonitas singladuras.
Muchos besos.